Obsesión por el consumismo
A menudo nos advertimos de que la ciudad se ha convertido en un enorme supermercado, donde nuestra sombra es la publicidad con persuasivos mensajes que nos motivan a comprar lo que no necesitamos. Este mundo consumista nos convence de lo efímeros que son los productos que a menudo adquirimos en nuestro afán de obtener prestigio en un grupo social.
Este absorbente mundo permanentemente nos susurra la necesidad de reemplazar algo que aún nos sirve, pero que para nosotros es obsoleto, vivimos dominados por la “obsolescencia programada” somos subordinados del Dios del consumo. Querer cambiar el celular que hace menos de 1 año se compró, pero que a los 3 meses tenía su nueva versión, nos hace pensar que no podemos encajar en un mundo donde cada día nos obligan a reinventarnos afanadamente.
El caminar consumista es tan acelerado que en nuestro recorrido no nos advertimos de las consecuencias que produce este nuevo patrón de conducta; el impacto social, ambiental y económico que esto genera. Estamos convirtiendo al mundo en un basurero cada vez más lleno de lo que nosotros consideramos “deshechos” los mismos que arrojamos irresponsablemente e indiferentemente.
Aquí solo importa adquirir, tener el nuevo televisor, la nueva colección de zapatos, el nuevo celular, inducir a nuestros hijos con los personajes de las nuevas series televisivas que salen como pan caliente. La velocidad con la que estamos explotando los recursos es mucho más grande a la capacidad de regeneración, la tierra está pagando un costo muy alto para financiar nuestras sorpresivas “necesidades” reducir la huella ecológica es un gran reto al que nos enfrentamos como humanidad, estamos a tiempo de evitar que el mundo se convierta en un gran basurero el cual será inhabitable para los seres humanos.