UNA PALABRA QUE DIVIDE
Nuestro país se polariza en torno a una palabra, “paz”, ella misma encarna odios y amores, encantos y desencantos, después de más de 60 años de terrorismo disfrazado de guerra de guerrillas, las FARC han llegado a una mesa de negociaciones logrando así a un acuerdo final de paz, y…ahí se armó el verdadero conflicto; si o no es la disyuntiva que tiene el pueblo colombiano, unos nos ofrecen una paz estable y duradera, otros temen el estado de impunidad de los acuerdos, desde el gobierno se inunda de propaganda por el “sí” corriendo a caudales el dinero que compra las conciencias, aunque el “no” no se queda atrás. Las redes sociales funcionan a todo vapor.
Si o No, es la consigna de los dueños del poder, la puja es por la supremacía poco o nada importa los actores del conflicto; víctimas y victimarios, polos opuestos de una contienda que se agudiza cada vez más en nuestro país, los primeros han quedado solos y en el olvido, no tienen voces que los defiendan y jamás tendrán una mesa de negociación o una restitución real. Los segundos han ganado la guerra y se han llevado un buen botín “perdón y olvido” y esto a costo de las víctimas.
Si o No es la palabra que define el futuro de este acuerdo, una porque se acaba la guerra y la otra porque se obliga a rectificar, tanto la una como la otra son la panacea que salvan a nuestro país. Que lejos estamos de la realidad; la paz no tiene un dueño absoluto, no nació en la Habana ni morirá allí, es un derecho adquirido que tenemos los habitantes de la tierra y que podemos exigir a nuestros gobernantes es su obligación abogar por ella.
Un campesino sin campo es un “empleado sin empleo” ¡viva la paz! ¿Podrán decirlo? Un ciudadano desprotegido y a merced del hampa, una justicia dispuesta para el mejor postor, un hombre que levanta la bandera blanca de la paz en masiva manifestación, pero que al llegar a su hogar golpea a su esposa sin misericordia ¿esto es paz? Que con el “si” vamos a dejar de matarnos y con el “no” seguirán las masacres, sofisma de distracción de una élite irresponsable que sabe dónde se encuentra la paz, pero que no está dispuesta a dejar sus comodidades y sus vicios para ofrecernos a los colombianos una paz duradera. Para unos, la paz está en los bolsillos, para otros está en la conciencia… ¿en qué orilla está la suya?