Villavicencio, Grandes Eventos Poca Cultura
Siendo las 6 de la tarde, el pasillo principal de la biblioteca Germán Arciniegas ya estaba casi a reventar y la puerta cerrada del auditorio Mauricio Dieres Momplaisir acaparaba un gran grupo de personas esperaban la apertura de las mismas.
Muy puntual, como deberían ser las cosas en este país, se dio paso para poder apreciar este magnífico recital de piano que estuvo a cargo de un joven talentoso con un poco más de 10 años de experiencia en este ámbito musical.
Todo aparentemente estaba bien, la sala casi llena, el entorno ya estaba oscuro, los murmullos de la multitud parecieron silenciarse cuando una pequeña luz tenue alumbró aquella tarima en donde dejaba ver reflejado un gran piano de cola negro.
La emoción volvía a invadir mi cuerpo, llevaba más de 8 años en el que no asistía a un encuentro de música clásica, los vellos de mi cuerpo empezaron a producir una especie de campo electromagnético, mis poros empezaron a brotarse uno a uno y un choque eléctrico inundó mi cuerpo como una especie de placer excitante.
Ya siendo las 6 y media de la noche, hace presencia el pianista encargado de hacer producir todas estas emociones en mi cuerpo, Wilson David Casallas, que con obras de grandes compositores como Johan sebastian bach, ludwig van Beethoven y Frédéric Chopin trataría de deleitar el oído de los villavicenses asistentes a tan admirable evento.
La noche empezó muy bien, un silencio rotundo en la sale se rompía a cada nota producida por el afinado instrumento, con la respiración suave y pausada se trataba de disfrutar e imaginar las melodías que rondaban el aire a nuestro alrededor.
Pero como dice un viejo y conocido dicho coloquial, “COMO BUEN COLOMBIANO, DEJAMOS TODO A LO ÚLTIMO” y en este momento no podría ser la excepción, una pequeña familia se situaba en las sillas de adelante junto a sus hijos, que si mi percepción no me fallaba, no rondaba más de los 7 años el mayor, una señora ya de edad bien vestida y un grupo de jóvenes que aparentemente no tenían ni idea de a donde se estaban metiendo.
Un pequeño receso se hizo en la sala, después de una honorífica representación, no más de 5 minutos que duró y la cultura al parecer se perdió, de nuevo la luz tenue apareció alumbrando aquel hermoso instrumento y las luces de las pantallas de los celulares de los más jóvenes alumbraban sus rostros y el de los que se encontraban a su alrededor.
Los pequeños niños ya cansados de no hacer nada empezaron a molestar en la sala, los murmullos cada vez se hacían más fuertes y más insoportables, toda la magia que al principio se percibía poco a poco se fue desapareciendo, aún con los ojos cerrados intentando salir de aquel recinto, por culpa de esas personas que no tienen un poco de respeto, no lograba hacerlo, aquellas obras volvían a invadir mi cuerpo y me aferraban cada vez más a mi asiento permitiendo que no saliera corriendo despavorido.
Gracias a esto volví a darme cuenta que sigo amando esta música, que todo lo que aprendí todavía sigue muy arraigado en el fondo de mi alma y mi corazón, pero también me hizo dar cuenta de que a esta ciudad le hace falta cultura y respeto, pero aun así agradezco a toda entidad y/o persona que logre traer más actividades como estas, para ver si así logramos educar esta ciudad y poder hacerme vivir un sueño que nunca logré cumplir.
Redactado por:
Jeisson Alejandro Sánchez Salamanca
Comunicador Social-Periodista