Coronavirus: la pandemia que también ‘ahoga’ a la economía
La pandemia generada por la COVID-19 ha infectado a más de un millón de personas en el mundo y ha generado más de 37.000 muertes. Colombia no es ajena a esta situación: ya superamos los 1.000 casos y las muertes se cuentan por decenas, lo que nos ubica en el puesto 55, muy alejados de la situación crítica de los 4 primeros en el ranking – Estados Unidos, Italia, España y China-. Frente a la situación que se presenta en Suramérica, nos encontramos en la mitad de la tabla, por debajo de países como Brasil, Chile y Ecuador.
Esta situación ha desencadenado una recesión económica mundial, como lo advirtió hace unos días la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgiev, quien asegura que la contracción económica mundial es superior a la crisis financiera del 2009. Y quizás la sociedad afronta el escenario de una crisis económica mundial, ya que nadie sabe hasta cuándo dure esta situación, a pesar de que, con el conocimiento y experiencia actual, se puedan levantar paulatinamente ciertas medidas, pero la solución real posiblemente tarde hasta 2 años, cuando se logre poner a disposición del público una vacuna.
En estos momentos, primero es la salud. La mayoría de los esfuerzos de los gobiernos del mundo están orientados a disminuir el contagio de la enfermedad, por medio del aislamiento de la población, como lo ha hecho el presidente de Colombia, Iván Duque.
Esta medida ha generado un paro en la mayoría de las actividades económicas, exceptuando las orientadas a la salud y la producción de alimentos, es decir, ha propiciado una afectación económica por problemas de oferta, debido a la disminución de la producción de bienes y servicios. Al mismo tiempo, también ha impactado la demanda por la caída del consumo y la inversión privada, lo cual ha provocado una gran destrucción de empresas y empleos.
El país intenta mitigar en algo la situación. El Gobierno nacional, por medio de políticas fiscales expansionistas, ha reorientado y ampliado el gasto público, con el fin de prepararse para el pico de infecciones, que se calcula en $6 billones de pesos -para los 4.000.000 de casos estimados por el Instituto Nacional Salud (INS)- de los cuales el 20%, se destinaría al sistema de salud.
Además de la ampliación de ayudas a la población más vulnerable con los programas como Familias en Acción, Jóvenes en Acción y Colombia Mayor, entre otros, el Gobierno ha emprendido otras acciones como el aumento de créditos, como garante de estos por más de $70 billones hacia el sector privado para proteger el trabajo. Aunque, cabe recordar, más del 40% de la población ocupada es informal y probablemente quede en gran medida desempleada.
El Banco de la República, en concordancia con las políticas del Gobierno, ha tomado medidas para generar la liquidez necesaria para el mercado en pesos y dólares. En pesos, por medio de la ampliación de los cupos de las subastas de títulos de deuda pública y privada. Mientras que en dólares por el ofrecimiento de derivados financieros como los swaps y los Non Delivery Forwards. Además de la disminución de las tasas de interés de referencia en 50 puntos básicos para llegar a los 3,75%.
Precisamente, esta última medida es la más controversial, ya que para algunos analistas no es una medida relevante en estos momentos, dado que ni los hogares ni las empresas van a tener ningún tipo de incentivo para aumentar su consumo o inversión, dado que se encuentran confinados y con total incertidumbre de cuánto podría durar la actual situación.
Adicionalmente, los bancos, con toda seguridad, no van a transmitir esta rebaja en la tasa de interés, puesto que esta incertidumbre provoca que se endurezca la entrega de esa mayor liquidez a la economía por la percepción de mayor riesgo. Esto implica que no se ha cuantificado aún el impacto de la transmisión de la tasa de cambio sobre los precios de la economía ni la duración de este choque, por lo cual gastar los cartuchos de la política monetaria en este momento puede ser apresurado, cuando la política fiscal debe ser el actor principal.
Rodrigo F. Alvarado
Docente – Escuela de Economía
Universidad Sergio Arboleda